Como mi modesto homenaje al Señor de la Vanguardia, estas décimas del Indio Naborí que escuchaba recitar en mi infancia, con la misma imagen que desde la pared de mi cuarto, acompañaba mis sueños de adolescente:
"Camilo no ha muerto"
Barbas bíblicas, sombrero
de estilo camagüeyano.
Al verlo, el pueblo cubano
soñó un profeta montero:
un Cristo, pero guerrero
que con la patria cargara,
cuando una sonrisa clara
como azucena fulgente
alumbró gloriosamente
la manigua de su cara.
de estilo camagüeyano.
Al verlo, el pueblo cubano
soñó un profeta montero:
un Cristo, pero guerrero
que con la patria cargara,
cuando una sonrisa clara
como azucena fulgente
alumbró gloriosamente
la manigua de su cara.
Estaba en su pensamiento
la talla del porvenir
y él —sastre— quiso vestir
a todo un pueblo harapiento.
la talla del porvenir
y él —sastre— quiso vestir
a todo un pueblo harapiento.
El exilio, el mar, el viento,
el Granma como tijera
y luego la cordillera
—sastrería de su hazaña—
donde entalló a la montaña
el traje de su bandera.
Como un río de bravura
descendió del lomerío
y así, como un bravo río,
atravesó la llanura.
descendió del lomerío
y así, como un bravo río,
atravesó la llanura.
Hambre, llagas, piedra dura,
nada al héroe detenía,
hasta que su rebeldía
sobre Yaguajay candente
decapitó la serpiente
ciega de la tiranía.
Su sonrisa de victoria
dijo al clamor popular
que juntas pueden andar
la sencillez y la gloria.
dijo al clamor popular
que juntas pueden andar
la sencillez y la gloria.
Jamás tan brillante historia
tuvo menos arrogancia
y hasta el nombre —resonancia
de chispas, llamas de cielo—
legendario caramelo
fue en los labios de la infancia.
No, no ha muerto el capitán
del pueblo, porque su idea
prosigue, con su pelea
de redentor huracán.
Ladrones de tierra y pan,
asesinos descubiertos,
no veáis cielos abiertos
cuando enterremos medallas,
que el pueblo gana batallas
con su ejército de muertos.
del pueblo, porque su idea
prosigue, con su pelea
de redentor huracán.
Ladrones de tierra y pan,
asesinos descubiertos,
no veáis cielos abiertos
cuando enterremos medallas,
que el pueblo gana batallas
con su ejército de muertos.
Esto tiene un nombre / Jesús Orta Ruiz. -- La Habana : Editora Política, 1999. pp.10-11